A veces, mientras el Recre juega
sus partidos en casa, mi mente retorna a los tiempos de gloria para el Decano
del Fútbol Español; y al otear las gradas vacías, recuerdo inevitablemente los
rostros, los gestos, el ímpetu y los gritos de aquellos que hoy ya no están con
nosotros.
En ese asiento de ahí abajo se
sentaba mi vecino Juan, un recreativista de primera categoría. Jamás se perdió
un partido en toda la temporada, ni con el Racing, ni con el Mallorca, ni
contra el mismo Athletic. Recuerdo que venía muy excitado a todos los partidos,
pues para él eran días de fiesta, de despilfarro, y aunque cantara como el que
más los goles del Recre, al final se mostraba indiferente ante el resultado del
encuentro. Exceptuando un día, aquella jornada en la que nos visitaba su equipazo
del alma, esa escuadra de más al norte para la que siempre encontraba tiempo y
de la que no se perdía ningún partido, eso sí, en el sofá de su amigo Paco. Ese
equipo del que tenía toda clases de pegatinas, posters, camisetas e incluso
chándales de esos del rastro. Recuerdo que hasta en su coche lucía una bufanda
que paseaba orgulloso por las calles de su onubense barrio, una bufanda que
lejos de haber recorrido los principales estadios de Europa, jamás salió de la
bandeja trasera su coche, ni cruzó Sierra Morena.
Era otra época, sin duda, tiempos
en los que por toda la provincia de Huelva parecía respirarse un nuevo Recreativismo.
La afición por el Decano se tornó inaudita, e incluso se vio multiplicada en
número, aunque si hablamos de la disposición de algunos aficionados, siempre se
me viene a la cabeza mi vecino Juan, recordado por todos por lo bien que se lo
montó allá por tierras ilicitanas, cuando el Recre jugó la final del Campeonato
de España, todavía hoy la Copa del Rey.
Y hoy, al acordarme de ti, vecino
Juan, me pregunto si quizás te hiciste mayor, o quizás encontraste otros
amigos, o quizás te aficionaste a otros entretenimientos alejados del fútbol.
Pero desapareciste, querido vecino, dejaste vacío tu asiento en el Colombino y
hasta el último partido nadie ha vuelto para ocuparlo. A pesar de mi disgusto
por tu marcha silenciosa, a pesar del vacío que dejaste en nuestras gradas, no
te guardo rencor, y te pido, como pediría cualquier recreativista de a pie, que
vuelvas el próximo domingo ante el Melilla. El Recre te necesita, todos te necesitamos,
Juan. Y, de camino, te traes al mamón del Paco.
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