jueves, 1 de noviembre de 2018

NAVE RECREATIVISTA, JUGADORES Y FURIA


Aún es pronto para que el Recreativismo rinda sus armas frente a la decepción, al desengaño o ante la desilusión que nos estamos llevando cada jornada tras comprobar que nuestro equipo no juega a nada, sin ningún tipo de aparente estrategia que haya podido ser proyectada con antelación. 

Tácticamente superados en muchos lances de los encuentros hasta ahora disputados en contra de rivales de menor entidad, como lo son, y con todos los respetos hacia ellos, San Fernando, Jumilla o Ibiza entre otros, la mayoría de nuestros jugadores no han sido capaces de demostrar unas habilidades y unas cualidades técnicas mínimas, las cuales se nos antojaban muy superiores a la de la mayoría de los jugadores del grupo IV a los principios del campeonato.

Entonces, volvemos a preguntarnos por qué lo que deberían ser futbolistas en proyección prefieren bajar los brazos en medio de un encuentro; o deciden no meter la pierna ante un rival o saltar sin ímpetu a por un balón alto. O por qué un deportista puede negarse a competir en vez de intentar luchar, partido a partido, para ganarse un porvenir en el equipo con más historia de España, o que, al mismo tiempo, pueda servirle como trampolín a categorías superiores. Y si el tema de los impagos es algo que impida a los jugadores foráneos sobrevivir en nuestra ciudad, quizás, en estos momentos de crisis, los canteranos deberían ser mayoría dentro de la plantilla del Decano.  

Es curioso que por mucha historia que tenga la nave del Real Club Recreativo de Huelva, y con una afición que ha demostrado con su sentir y con su sacrificio ser mucho más que los mástiles que sostienen sus velas, seguimos encontrándonos con que los partidos no se ganan ni con historia, ni con estadio, ni con socios. Señoras y señores Recreativistas, los jugadores son los que tienen la capacidad de hacer que todo esto funcione, y si no queremos que la nave azulyblanca vuelva a deambular a la deriva por los mares del sur, tenemos que hacerles llegar nuestra pasión por ellos y nuestra furia onubense, para ayudarlos a luchar, a que jueguen mejor, y, si se puede, a que ganen. Pero, sobre todo, a que no permitan el escudo del Decano vuelva a ser arrastrado por ningún campo de España.

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